There is a strong connection between law and language. The law uses language to express rules by which we live in society, and to communicate a shared consensus about how we define ourselves and how we expect our fellow citizens to conduct themselves. Ultimately, the power of law is connected to its ability to express itself clearly.
Like the law, language is a living, ongoing process that changes as society changes. One of the most prominent social trends over the past decades is the recognition of the limited utility of gender classifications in our daily lives. This has also been reflected in our language.
The trend toward de-gendering language is not about denying the fact that some of us choose to define ourselves with a feminine identity, or a masculine identity. It’s about recognizing that increasingly, people are resisting a binary conception of gender. The LGBTQ+ community in particular has resisted this two-dimensional understanding of gender which ignores the nuances of reality. Our language can adapt to reflect this reality by including people who feel that the extremes of the masculine/feminine spectrum do not reflect their lives.
Like most romance languages, Spanish assigns a gender to most nouns, using “o” as at the end of masculine nouns and “a” at the end of feminine nouns, with the masculine gender being the default.
In the mid-2000’s, Latin Americans uncomfortable with the binary gender division developed the term Latinx to refer to themselves. This reflected a more inclusive approach but also a more accurate approach to language, ultimately demonstrating the lack of need to adhere to the masculine/feminine approach.
While there is no consensus around the use of this term, its popularity has grown so rapidly that it was added to the Merriam-Webster Dictionary in 2018 and the Oxford English Dictionary the following year.
Like legal change, language change can bring a sense of fear that traditional ways of defining ourselves will be threatened. But in the end, the “x” in Latinx is an umbrella expression of openness and welcoming. It does not exclude Latinos or Latinas; it simply makes space for all gender identities along a spectrum.
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Existe una fuerte conexión entre la ley y el lenguaje. La ley utiliza el lenguaje para expresar las reglas por las que vivimos en la sociedad, y para comunicar un consenso compartido sobre cómo nos definimos a nosotros mismos y cómo esperamos que nuestros conciudadanos se comporten. En última instancia, el poder de la ley está conectado a su capacidad de expresarse claramente.
Al igual que la ley, el lenguaje es un proceso vivo y continuo que cambia a medida que cambia la sociedad. Una de las tendencias sociales más destacadas en las últimas décadas es el reconocimiento del uso limitado de las clasificaciones de género en nuestra vida cotidiana. Esto también se ha reflejado en nuestro lenguaje.
La tendencia hacia el lenguaje inclusivo no se trata de negar el hecho de que algunos de nosotros elegimos definirnos con una identidad femenina o masculina. Se trata de reconocer que cada vez más, personas se resisten a una concepción binaria del género. La comunidad LGBTQ+ en particular se ha resistido a esta comprensión bidimensional del género que ignora los matices de la realidad. Nuestro lenguaje puede adaptarse para reflejar esta realidad al incluir a personas que sienten que los extremos del espectro masculino / femenino no reflejan sus vidas.
Como la mayoría de las lenguas románticas, el español asigna un género a la mayoría de los sustantivos, usando "o" al final de los sustantivos masculinos y "a" al final de los sustantivos femeninos, siendo el género masculino el predeterminado.
A mediados de la década de 2000, latinoamericanx incómodos con la división binaria de género desarrollaron el término Latinx para referirse a sí mismos. Esto reflejaba un enfoque más inclusivo, pero también un enfoque más preciso del lenguaje, lo que en última instancia demuestra la falta de necesidad de adherirse al enfoque masculino / femenino.
Aunque no hay consenso sobre el uso de este término, su popularidad ha crecido tan rápidamente que se agregó al diccionario Merriam-Webster en 2018 y al diccionario de inglés de Oxford al año siguiente.
Al igual que los cambios legales que impactan nuestra sociedad, el cambio de lenguaje puede traer una sensación de temor, de que las formas tradicionales de definirnos a nosotros mismos se vean amenazadas. Pero al final, la "X" en Latinx es una expresión general de apertura y bienvenida. No excluye a los latinos o latinas; simplemente deja espacio para todas las identidades de género a lo largo de un espectro.
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